En los últimos años, al aceite de palma se le ha acusado de ser perjudicial para la salud y de contribuir a la deforestación y al calentamiento global. Algunos gobiernos están dando pasos decididos para atajar el problema y grandes cadenas de supermercados se plantean retirarlo de sus estantes. SOLUQUISA se ha tomado el asunto en serio.

SOLUQUISA inicia el trámite para certificarse en RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil),  a través del único organismo que promueve actualmente un estándar de sostenibilidad en el sector del aceite de palma, cuyo uso está siendo tan debatido en los últimos años.

El aceite de palma y sus derivados se obtienen a partir de los frutos de la palma africana, Elaeis guineensis. Es el aceite vegetal de mayor rendimiento, cuenta con una gran estabilidad y resulta ser el menos costoso del mundo. Estas características hacen que sea muy utilizado por la industria y que tenga una presencia notable en nuestras vidas.

¿Dónde lo podemos encontrar?

Lo podemos encontrar en muchos de los productos que compramos habitualmente en los supermercados. Por supuesto, en los productos de alimentación, como el chocolate, las galletas, la margarina o los helados. Pero también en detergentes y productos cosméticos, como cremas, jabones y pastas de dientes. Y por no dejar nada fuera de la lista, el aceite de palma está presente incluso en el combustible para los automóviles.

¿Dónde está el problema?

La expansión del cultivo de esta planta, está generando unos daños importantísimos en el medio ambiente a nivel mundial. Sus plantaciones están sustituyendo en un 40% la extensión de bosques tropicales, afectando también a otras áreas de cultivo, especialmente en el Sudeste Asiático y América Latina.

Esta presión genera consecuencias devastadoras en los ecosistemas, que afecta a centenares de especies que se quedan sin hogar. Además, la extensión del monocultivo empobrece la riqueza varietal ecológica en las zonas de producción.

Y por si fuera poco, perjudica a los suelos, ya que los sistemas de sobreexplotación intensiva eliminan la capa orgánica y destruye el equilibrio estructural. La consecuencia es la transformación de grandes extensiones de tierra en infértiles y el aumento de la erosión.

Grave incidencia en las emisiones de CO2

Un problema añadido es el de la destrucción de zonas pantanosas y turberas, habituales en las zonas actuales de máxima producción. Y ello porque estos terrenos concentran la tercera parte de las reservas de carbono a nivel global. La destrucción de estos ecosistemas, además de ser fatal para multitud de especies endémicas asociadas, reconvierten los bancos asimiladores de carbono, en emisores netos de CO2, constituyendo ya el 10% de las emisiones mundiales atribuibles a la actividad humana.

A esa incidencia hay que sumar las emisiones de CO2 vinculadas al proceso de cultivo y procesado del aceite de palma.

Todo este cúmulo de factores ha llevado a Indonesia, por ejemplo, a ocupar el tercer puesto en emisiones de carbono a nivel mundial, solo por detrás de China y Estados Unidos.

El aceite de palma también afecta a nuestra salud

Además del impacto medioambiental, el aceite de palma tiene efectos nocivos contra la salud.

La opinión es unánime en cuanto a que no es recomendable en el contexto de una dieta saludable, ya que eleva el colesterol y puede favorecer la arteriosclerosis, enfermedades cardiovasculares y metabólicas. La razón detrás de esta acusación es el alto volumen relativo de ácidos grasos saturados y su pobreza en grasas poliinsaturadas, las bendecidas omega 3 y omega 6, por ejemplo.

Existen además evidencias, cada vez más claras, que relacionan el cáncer con el aceite de palma manejado en procesos que elevan su temperatura por encima de los 200 grados, lo cual es habitual en el procesado industrial de alimentos.

Lo que se consigue con la certificación RSPO

La certificación RSPO es un paso decisivo para romper con la dinámica perniciosa asociada al aceite de palma en la actualidad. Su extensión a lo largo del proceso frenaría en seco la destrucción de ecosistemas vitales para el planeta, haciendo posible la reversión de la degradación ocurrida en los últimos años. Por ende, la conservación de la biología vinculada. Y finalmente, facilitaría la lucha activa contra los procesos que provocan el calentamiento global.

Supone un movimiento de conciencia social

La implicación de los consumidores en las soluciones, influidos por la iniciativa RSPO, ha de conducir a un cambio en las pautas de consumo. Esto es vital para que la industria apueste por el de aceite de palma de origen respetuoso. También para que se promueva la prohibición de su uso en los procesos industriales alimentarios, cuando pueda ser perjudicial para la salud, y su sustitución por grasas más respetuosas como el ácido estérico.

La iniciativa de Soluquisa en certificarse en los procesos RSPO es un paso más en nuestra decidida voluntad de contribuir a la mejora de la sostenibilidad en nuestro entorno directo y en el planeta.

En la mayoría de los procesos industriales fuera de la alimentación, el aceite de palma es un gran aliado. Solo hay que cuidar de que su producción siga pautas respetuosas con el medio ambiente y con las personas que habitan las zonas de producción.

¿Qué es la organización RSPO?

La organización RSPO se fundó 2004  para reducir el impacto de la producción del aceite de palma en materia social y medioambiental. La integran todos los nodos presentes en su consumo, desde productores, industria, gobiernos y representantes de la sociedad civil.

El objetivo es “transformar los mercados para hacer que el aceite de palma sostenible sea la norma”.

De sus casi 600 miembros, una tercera parte representan a los fabricantes de bienes de consumo en los que el aceite de palma interviene. Solamente el 15% son productores directos, bien agricultores o industrias fabricantes de aceite de palma

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