Todos estamos familiarizados con acciones como lavar los platos, limpiar el horno, usar insecticidas para esos bichitos que aparecen de repente por nuestra cocina, o actividades enfocadas a la higiene como usar champús, lavarnos los dientes o maquillarnos, por no hablar de los envases PET y su extensa presencia en nuestras casas.
Sin embargo, pocos nos paramos a pensar si todos esos productos que compramos y empleamos en nuestro día a día son aptos para nuestra salud y la del medio ambiente. Convivimos con productos que nos tienen expuestos a los efectos de las diferentes sustancias químicas tóxicas que llevan.
Los contaminantes orgánicos persistentes (COP), conocidos también por sus siglas en inglés POP (Persistent Organic Pollitants), pueden llegar a interferir en la biosíntesis, el metabolismo o la acción de las hormonas endógenas del sistema endocrino, algo que puede provocar daños en la salud humana. Este conjunto de sustancias químicas tóxicas son altamente peligrosas y representan un riesgo difícilmente controlable tras ser liberados en el medio.
Frente a los COP, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó el Convenio de Estocolmo en 2004, donde una de las medidas es promover el intercambio de información, la sensibilización y la educación para que todos los ciudadanos tengan conciencia del peligro que supone para su salud.
El Convenio de Estocolmo fue ratificado por la Comisión Europea con el Reglamento (CE) Nº 850/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes y establece la obligación de elaborar Planes Nacionales de Aplicación (PNA). En España fue aprobado en el año 2007 y revisado en el 2013.
La legislación de la Unión Europea es de las más avanzadas en cuanto a restricciones de sustancias químicas tóxicas, pero aún así existen puntos débiles sobre los que trabajar, siendo necesario obtener más información de los productores, hacer más ágil la prohibición de sustancias que se saben nocivas y acotar los usos de los productos químicos para proteger a los ciudadanos.
En este sentido, Europa se mostró cooperativa en su intención de seguir avanzando con un reglamento que evaluara y limitara estas sustancias químicas nocivas, y es que son muchos los estudios europeos que afirman de la existencia de los cada vez mayores productos químicos peligrosos en la sangre y en los tejidos corporales de los seres humanos.
Sin embargo, aunque todo parecía seguir un ritmo favorable, el tiempo pasa y dos años después de aquella propuesta, Úrsula Gertrud von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha retrasado hasta finales del presente 2023 la revisión del reglamento que evalúe, autorice o restrinja las sustancias químicas. De este modo, la propuesta de lograr una Unión Europea libre de sustancias químicas tóxicas no termina de hacerse realidad.
Ante este giro de la situación inesperado, las declaraciones de la federación de organizadores ecologistas no se han hecho de esperar. Tatiana Santos, directora de Políticas Químicas de la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB), ha afirmado que este retraso en la reforma del Reglamento de registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias químicas (REACH) supone lo mismo que si lo retiraran.
Si hay una fecha marcada en el calendario del Parlamento Europeo es mayo de 2024, cuando están fijadas las elecciones al mismo. Tatiana Santos ve en esto un motivo para dicho retraso y asegura que si la propuesta para el nuevo reglamento se publicara a finales de 2023, en enero de 2024 no sería viable la negoción para la lucha contra las sustancias químicas tóxicas.
En este sentido, la voz de Natacha Congotti, de Alianza para la Salud y el Medio Ambiente (HEAL), ha añadido que en 2024 es también la fecha en la que finaliza el mandato de la presidenta Úrsula Gertrud von der Leyen. Este hecho supone que si a finales del 2023 llegara a realizarse dicha propuesta para el reglamento, la reforma no estaría operativa en el momento de la renovación de la Comisión Europea.
En su plan de acción, Europa estableció el veto a los productos químicos por grandes familias de sustancia y no por una sola más generalizada, evitando que si se prohibiera un compuesto determinado no se pudiera modificar ligeramente su formulación para evitar las restricciones.
Ante esto, la industria química, la cuarta más grande de la Unión Europea y que da trabajo a 1,2 millones de personas, ha mostrado su descontento ante las presiones europeas. En su idea de retrasar cuanto más la actualización del reglamento, ha alegado a que la crisis por la guerra de Ucrania no es el mejor marco para ello. Además la Asociación Alemana de la Industria Química (VCI) ha pedido directamente que la Unión Europea deje de hundirla con nuevos requisitos nuevos e inasequibles.
Cookie | Duración | Descripción |
---|---|---|
cookielawinfo-checkbox-analytics | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Analytics". |
cookielawinfo-checkbox-functional | 11 months | The cookie is set by GDPR cookie consent to record the user consent for the cookies in the category "Functional". |
cookielawinfo-checkbox-necessary | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookies is used to store the user consent for the cookies in the category "Necessary". |
cookielawinfo-checkbox-others | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Other. |
cookielawinfo-checkbox-performance | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Performance". |
viewed_cookie_policy | 11 months | The cookie is set by the GDPR Cookie Consent plugin and is used to store whether or not user has consented to the use of cookies. It does not store any personal data. |