La industria en general, pero en particular la industria química o alimentaria recurren cada vez con más frecuencia a la calorifugación de sus instalaciones. Hay valiosas razones para ello:.
Los calorifugados industriales son aplicaciones y recubrimientos que se introducen en procesos productivos de la industria con la función de manejar el calor para su mayor aprovechamiento. Es decir, hablar de Calorifugados es hablar necesariamente de protección de conducciones y depósitos y de aislamiento térmico.
Lo que se pretende en última instancia son dos cosas:
En este punto entra el concepto de factor conductividad térmica (K) que mide el aislamiento térmico de un material. La baja conductividad térmica equivale a una alta capacidad de aislamiento y la alta conductividad térmica a una baja capacidad de aislamiento.
Existen generalmente dos tipos de aplicaciones, las cuales abarcan el mercado mayoritario de estos aislantes térmicos industriales:
Por un lado, la construcción de edificios. Por otro los procesos industriales, que es el aspecto que veremos más detenidamente y que se refiere a recubrimientos de tuberías, inyectadoras, hornos y calderas, principalmente.
Prácticamente todas las industrias necesitan soluciones de calorifugado. Lógicamente más específicamente las industrias que necesitan del calor o el frío, como las conserveras, la petroquímica, navieras, fundiciones, ladrilleras, cementeras y así un largo etcétera. Pero es extraño no encontrar hoy día en cualquier instalación mediana o grande, zonas a las que se les somete a procesos de calorifugado.
Actualmente podemos reducir todos los tipos de calorifugado a dos tipologías:
Por un lado estarían los denominados de implementación estática, que se utilizan sobre todo en conducciones de fluidos, líquidos y gases. Están fabricados con paneles tipo sandwich a base de fibras minerales y laminados de aluminio.
También tenemos los calorifugados flexibles, que sirven para aislar válvulas y maquinaria con forma compleja. Sus mejores virtudes son la adaptabilidad a las zonas y la facilidad con la que se implementan y reemplazan. Están fabricados a base de tejidos ignífugos y fibras de vidrio, cerámica, aramida, con acabados exteriores de silicona o poliuretano resistente a altas temperaturas.
Cuando se va a intervenir sobre una zona o actividad industrial, siempre se mide el factor que indica la conductividad térmica del material, llamado factor k, y el factor de capacidad de aislamiento, denominado factor R. Estos dos factores nos marcarán los materiales a utilizar y la disposición del mismo para conseguir la máxima estanqueidad.
Como quiera que existen notables diferencias y oscilaciones de precio en el tiempo entre unos materiales aislantes y otros, al final los proyectos de calorifugación tienen en cuenta la efectividad de los diferentes materiales combinadola con su precio, su durabilidad y las reposiciones necesarias.
La aplicación de un sistema de calorifugado industrial en aquellas áreas industriales que lo necesiten va a conllevar una serie de ventajas y beneficios.
Hablamos, en primer lugar, de beneficios económicos provenientes de los ahorros energéticos, puesto que se optimizan los sistemas. Los ahorros energéticos suponen también beneficios medioambientales para la sociedad y mejora del balance medioambiental de las industrias que acometen la inversión.
También de beneficios como consecuencia de un mejor trato a las materias primas, que entran en el proceso en mejores condiciones, lo cual redunda en una bajada de las mermas y una mejora en calidad del producto final.
Aumenta la vida útil de las máquinas al disminuir el estrés por causa de calor o frío excesivo. Ello conlleva, además, una disminución de los costes por mantenimiento y consumibles, especialmente de origen plástico.
Algunos de los aislantes más comunes son excelentes materiales ignífugos, con lo que la maquinaria puede que dar protegida frente a incendios y otros imprevistos.
En materia de seguridad y prevención de riesgos -tan importante-, la instalación de calorifugados que incide directamente en la disminución de accidentes debidos a quemaduras.
La última intervención de Soluquisa en cuanto a instalación de calorifugados ha consistido en la protección de cuatro tanques de acero de una capacidad de 30.000 litros cada uno. Con esta actuación se da un paso más en la decidida apuesta de Soluquisa por optimizar los procesos y contribuir a la mejora medioambiental y en el terreno de la salud laboral.
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